La banda asoló la ciudad con entraderas violentas hasta que fueron detenidos.
Ahora serán juzgados por asociación ilícita. El clan tenía un jefe local y otro de la provincia de Buenos Aires. Abrían las puertas sin picaporte desde afuera. Siete acusados de formar parte de la banda de Los Cerrajeros serán juzgados desde hoy por el delito de asociación ilícita y por 15 hechos de entraderas violentas a casas de familia, en menos de un año. La fiscal Viviana O’Connell, de la Unidad de Investigación y Juicio, pide penas que van de los 12 a los 39 años de prisión. El clan desbaratado a mediados de 2016 tenía dos jefes: uno local y otro bonaerense, que se trasladaba para los atracos. El nombre de la gavilla tiene que ver con el ardid que usaban para abrir puertas sin picaporte del lado de afuera. El tribunal de enjuiciamiento estará integrado por Paula Álvarez, Mónica Lamperti y Pablo Pinto. La banda fue imputada en julio de 2016, tras la detención de sus integrantes en una serie de allanamientos realizados en Rosario, Funes, La Matanza, Capital Federal y Lomas de Zamora. Los imputados como jefes son Claudio Cereijo y Juan Alberto Vallejos, quienes tenían a cargo organizar las entraderas desde Rosario, el primero; y Buenos Aires, el segundo. El resto de los acusados son miembros que ejercían diferentes roles.
Lo que más alarmó a la Fiscalía cuando inició la investigación fue la violencia inaudita que ejercían contra las víctimas: en muchas de las viviendas preguntaban dónde guardaban la plancha, la enchufaban y la usaban como elemento de tortura para que les dijeran dónde guardaban dinero o joyas. Incluso, dos personas resultaron seriamente lesionadas con quemaduras. Seis de los acusados fueron detenidos en un megaoperativo que fue corolario de una investigación iniciada en 2015, cuando en diferentes turnos, los fiscales notaron que se cometía una seguidilla de entraderas en solo una semana y que luego pasaba tiempo hasta que se daba otra ola de delitos de este tipo, con el mismo modus operandi: entre dos y cuatro personas ingresaban a viviendas que tenían el mismo sistema de cerradura, en horarios en los que las familias se encontraban reunidas en un mismo espacio de la casa (desayuno, almuerzo, cena), vestidos de manera similar y a cara descubierta. Solo pedían efectivo, joyas y demás elementos de valor que entraran en sus mochilas. «No somos rateros, sino profesionales», le respondieron a una víctima que les dijo que se llevaran el televisor. Con esos datos, en 2016, uno de los teléfonos robados fue detectado con otro chip en Buenos Aires y la Fiscalía ordenó su intervención. Así comenzó la conexión con la pata local. En las escuchas se detectó que los miembros del clan usaban mensajes relacionados con el fútbol o el arreglo de zapatos (los Cereijo tenían una fábrica de calzados). «¿Ya está la casita?», se puede escuchar en una de las comunicaciones que se dio a conocer en la audiencia imputativa.
En tanto, para concretar los robos, entre dos y cuatro miembros de la banda llegaban desde Buenos Aires y se hospedaban en viviendas de alquiler temporario de las que incluso hay contratos secuestrados, en el expediente. La banda entraba en acción una vez que Pablo Saavedra (uno de los integrantes de la pata bonaerense) pasaba una especie de tarjeta de plástico verde, de fabricación casera, por la cerradura de las puertas sin vuelta de llave. Se trata de las puertas que no tienen picaporte del lado de afuera, sino una bola o barra, y que solo pueden abrirse con llave. Con esa técnica los agresores lograban entrar, se les presentaban a las víctimas y comenzaban a distribuirse por toda la casa, bajo las órdenes de Vallejos. En todos los casos, al menos dos de los imputados quedaban del lado de afuera, en vehículos. Ese rol era básicamente de los más jóvenes: Nicolás Cereijo y Nicolás Heredia (cerró con un juicio abreviado), quien era menor de edad cuando comenzó a participar. «Atroz» fue el calificativo que usó la Fiscalía para describir a la banda, en la audiencia preliminar al juicio. Los hechos que les achaca Fiscalía son robos doblemente agravados, por el uso de armas y por ser cometidos en poblado y en banda. También se les atribuye el delito de portación ilegal de armas de uso civil y de guerra.
Quienes estarán sentados en el banquillo de acusados son Claudio Martín «Caio» Cereijo, de 42 años, sindicado «cerebro» de la banda, la pata local; Juan Alberto «Dany» Vallejos, de 30 años, que comandaba desde su casa en La Matanza, y tiene un antecedente de condena cumplida de 9 años de prisión, en Morón, por robo calificado y privación ilegal de la libertad. Nicolás Martín Cereijo, es hijo de «Caio». Le siguen Eugenio «Ketu» Salas, de 30 años; Pablo «Pancho» Saavedra, mencionado como «el cerrajero»; Néstor Giménez, quien ejercía la violencia con la plancha caliente o cuchillos; y Marcos Fabero. En tanto, la causa cuenta con un antecedente condenatorio en juicio abreviado: Nicolás «Tato» Heredia, de 18 años, acordó la pena de 3 años de prisión condicional, en enero de 2017.
Fuente: Pagina 12