Un cardenal fue condenado por encubrir a un cura.

Se trata de Philippe Barbarin, primado de la Galia; la pena es de seis meses de prisión en suspenso.

ROMA.- No se aplaca la tormenta que sacude el Vaticano. A días de la primera condena penal contra un cardenal -el australiano George Pell, que debió ir a prisión tras ser hallado culpable de abusar sexualmente de dos niños-, otro cardenal, el francés Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, fue condenando a 6 meses de prisión en suspenso por haber encubierto a Bernard Preynat, un cura de su diócesis acusado de haber cometido abusos sexuales contra menores. Consciente del escándalo Barbarin, de 68 años, adelantó que viajará a Roma en los próximos días para presentarle su renuncia al Papa. «Decidí ir a ver al Santo Padre para presentarle mi dimisión», le dijo a periodistas. El tribunal correccional de Lyon lo declaró «culpable por no haber denunciado» los abusos contra un menor entre 2014 y 2015. Los jueces consideraron que «aunque sus funciones le daban acceso a todas las informaciones y que tenía la capacidad de analizarlas y comunicarlas, Barbarin tomó, conscientemente, la decisión de no transmitirlas a la justicia para preservar la institución a la que pertenece», según publicó el diario local Le Progrès.

Barbarino no estuvo presente en la sala para escuchar el veredicto, que resultó una sorpresa ya que la fiscalía no había pedido ninguna pena en su contra por considerar que una parte de los hechos habían prescrito y que no estaba demostrado que hubiera intención de ocultamiento. Pese al «símbolica» condena a 6 meses de prisión en suspenso, los abogados del cardenal anunciaron inmediatamente que apelarán la sentencia. «Vamos a apelar esta decisión a través de todas las vías de derecho», dijo el defensor Jean-Félix Luciani. Durante el juicio Barbarin aseguró que nunca había tratado de esconder unos hechos que calificó como «horribles» y aseguró que aunque había oído rumores, se enteró de los abusos cometidos por el párroco de su diócesis en 2014 cuando una de las víctimas le contó directamente lo que había sufrido. Francois Devaux, uno de los demandantes, celebró la sentencia, a la que consideró como «una gran victoria para la protección de los niños». El sacerdote Bernard Preynat confesó haber abusado de miembros de los boy scouts en las décadas de 1980 y 1990 y será juzgado por separado. Este caso inspiró al director francés Francois Ozon a filmar una película, «Grace a Dieu», que se presentó recientemente en el Festival de Berlín.

El cardenal Barbarin es la más alta autoridad de la Iglesia católica procesada en Francia en relación con casos de abusos a menores. Y es el tercer cardenal, en el lapso de pocas semanas en verse involucrado en un escándalo que ha manchado como nunca la credibilidad de la Iglesia. Al margen de Pell, que fue miembro del grupo de cardenales consultores del Papa y «superministro» de Economía del Vaticano y desde el miércoles pasado se encuentra encerrado en una cárcel de alta seguridad de Melbourne, el cardenal estadounidense Theodore McCarrick, influyente purpurado, fue expulsado del sacerdocio a mediados de febrero tras ser hallado culpable de haber abusado de seminaristas. La noticia de la condena de Barbarin fue otra bomba que cayó, en cuestión de días, sobre el Vaticano. Sumándose a los casos de Pell y McCarrick, volvió a poner en duda la credibilidad de la extraordinaria cumbre sobre abusos en el clero convocada a fines de febrero por el papa Francisco. Demostró, en efecto, que más allá de los intentos de contrastar la plaga de los abusos, pasando de una cultura del silencio a una de la denuncia, al final la justicia civil siempre se anticipa a la justicia eclesiástica. Fiel reflejo de esto, fue solamente después de conocerse la semana pasada la condena contra el cardenal Pell -la primera en la historia de un tribunal civil contra un alto jerarca de la Iglesia por abusos sexuales de menores-, que el Vaticano anunció la apertura de una investigación de su caso por parte de la Congregación para la Doctrina de la fe, el organismo que se ocupa de este espanto. Algo que para muchos analistas debería haber hecho muchos años antes, al salir las primeras acusaciones en su contra.

El Papa que al cerrar la cumbre anti abusos prometió acciones concretas para desterrar esta plaga, en un encuentro que tuvo hoy son sacerdotes de la diócesis de Roma en ocasión del comienzo de la Cuaresma, volvió a referirse al fuerte impacto de este horror en la Iglesia. «Comparto con ustedes el dolor y la pena insoportable que causan en todo el cuerpo eclesial la ola de los escándalos de los que los diarios de todo el mundo están repletos», dijo, hablando en la basílica de San Juan de Letrán. «El pecado nos desfigura y con dolor hacemos su humillante experiencia cuando nosotros mismos o uno de nuestros hermanos sacerdotes o obispos cae en el abismo sin fondo del vicio, de la corrupción, o peor, en el crimen que destruye la vida de los otros», agregó, según Vatican Insider. «No nos desalentemos -pidió, finalmente-, el Señor está purificando a su Esposa» y «nos está salvando de la hipocresía».

Fuente: La Nacion

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