Salta: condenan a 6 años y 6 meses de prisión a un hombre que dirigía una organización narcocriminal desde una alejada zona rural

En su última operación de tráfico, el acusado estuvo al frente de un transporte de 181 kilos de cocaína, que se vio frustrado por un incidente de tránsito. El caso se caracterizó por el ingenio articulado para sortear dificultades propias del campo, como la instalación de un mástil para elevar un teléfono celular que permitiera enviar y recibir mensajes a la organización.

El Tribunal Oral Federal N°1 de Salta, integrado por la jueza Marta Lilina Snopek  y los jueces Federico Santiago Díaz y Mario Marcelo Juárez Almáraz, condenó el 16 de mayo pasado a Héctor Daniel Pereyra a una pena de 6 años y 6 meses de prisión por el delito de transporte de estupefacientes agravado por el número de intervinientes.

En el caso también fueron condenados Damián Pereyra y Nicolás Echazú -primo y sobrino de Daniel Pereyra-, quienes por el mismo delito habían recibido las penas de 6 años de prisión y de 4 años y 6 meses de prisión, respectivamente, en el marco de un acuerdo de juicio abreviado que fue homologado el 6 de mayo pasado por el mismo tribunal de juicio.

La investigación fue llevada a juicio por el Área de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta, a cargo del fiscal federal Ricardo Rafael Toranzos, quien contó con la colaboración de la auxiliar fiscal Carolina Aráoz Vallejo, tanto en el ámbito investigativo como de litigación.

El caso

Héctor Daniel Pereyra fue juzgado por haber comandado un transporte de 181 kilos de cocaína, que fue descubierto el 12 de septiembre del año pasado en la ruta 53, a la altura del paraje Corral Quemado, a pocos kilómetros de la localidad de Padre Lozano, en el departamento General San Martín. Por ese hecho se formalizó acusación el 19 de septiembre de 2023.

La droga había sido hallada en un doble fondo de una camioneta Mitsubishi, que fue encontrada volcada y abandonada. El rodado era conducido por Echazú y otro integrante de la organización, quienes se dirigían al cruce de Pichanal, paso previo a llegar a la capital salteña.

La hipótesis expuesta y acreditada en el juicio indicó que Pereyra obtenía la droga de Bolivia, previas negociaciones con proveedores en Salvador Mazza. Una vez que tenía el producto, lo trasladaba a Buenos Aires, para lo cual utilizaba distintos vehículos, tanto para la carga como para hacer de “coche puntero” y evitar así los controles de las fuerzas de seguridad.

La investigación se inició el 1° de febrero de 2023 a partir de un informe remitido por la Unidad de Reunión de Información de Gendarmería Nacional Salta, que dio cuenta de la participación de Pereyra en maniobras de tráfico de drogas y del uso de la camioneta Mitsubishi para tales fines.

La zona donde se encuentra ubicada la vivienda no tiene acceso a wifi ni datos telefónicos, pero -de acuerdo con la investigación- Pereyra había ideado un sistema para comunicarse por teléfono celular: emplazó un mástil con el cual elevaba un balde, en cuyo interior ubicaba un teléfono que enviaba y recibía los mensajes al resto de la organización.

Las tareas de campo e inteligencia permitieron establecer luego que el acusado, aparentemente, se habría separado de otra banda que operaba en la región del litoral y había decidido armar su propia organización delictiva, a la que sumó a su primo, su sobrino y otros dos cómplices.

Apodado como “Nepo”, registraba dos domicilios. Uno de ellos es un rancho ubicado en el puesto El Dichoso, en el paraje de Barrancas Coloradas, distante a unos 28 kilómetros al sur de la localidad de Alto La Sierra, en Santa Victoria Este. Según la fiscalía, desde ese lugar situado en la planicie del Chaco salteño Pereyra diagramó el traslado de la droga. En el juicio surgió que en el lugar vivía con su pareja y cuatro hijos, que tenía 100 vacas y una camioneta, y que la vivienda contaba con energía provista por paneles solares. El puesto más cercano, Las Juntas, donde hay una escuela a la que iban sus hijos, está ubicado a unos 8 kilómetros.

El mástil, el balde y los mensajes

La zona donde se encuentra ubicada la vivienda no tiene acceso a wifi ni datos telefónicos, pero -de acuerdo con la investigación- Pereyra había ideado un sistema para comunicarse por teléfono celular: emplazó un mástil con el cual elevaba un balde, en cuyo interior ubicaba un teléfono que enviaba y recibía los mensajes al resto de la organización.

También se determinó que el acusado había implementado además el uso obligatorio de las aplicaciones Wickr Me y Surepot para enviar los mensajes vinculados al tráfico de la droga, ya que ambas borran los mensajes una vez leídos.

Pese a estas previsiones, la fiscalía pudo valerse de un gran cúmulo de pruebas a partir de los peritajes realizados a los teléfonos secuestrados, como también al informe confeccionado respecto a los impactos de las antenas de telefonía, que ayudó a confirmar los movimientos de los integrantes de la organización.

De esta manera, se pudo reconstruir el derrotero de Pereyra respecto al transporte de los 181 kilos de droga y de otros tres viajes más, que tuvieron en común el mismo trayecto, desde el norte de Salta a Buenos Aires, lo cual permitió reforzar la hipótesis fiscal.

Según la fiscalía, en los transportes Pereyra solía hacer de “coche” puntero extra en su camioneta Toyota Hilux. Los roles de transportista y barrido de la ruta, en tanto, se repartían entre su primo y su sobrino. La camioneta Mitsubishi era la más usada para el traslado de la carga.

Hipótesis criminal

En los alegatos, la auxiliar fiscal consideró acreditada la responsabilidad penal de “Nepo” Pereyra, ya que “las pruebas desarrolladas en el debate” no dejaron dudas de su intervención “preponderante” en la planificación y ejecución del transporte frustrado por el vuelco de la camioneta. El utilitario era de un amigo suyo, quien fue detenido en Santiago del Estero en abril del 2023 también por un delito relacionado al tráfico de drogas, según reconstruyó la fiscalía.

Entre otras de las pruebas sobre las que ratificó la acusación, Aráoz Vallejos se refirió a las intervenciones telefónicas que demostraron diversas comunicaciones mantenidas por los acusados en torno al tráfico. En una de ellas, Echazú, refiriéndose al riesgo de ser transportista, le dijo a Damián Pereyra que “no es lo mismo ir con el tío Nepo adelante, que ir manejando eso [la droga]; ya vas a ver… El día de mañana te prendés en eso y vas a ver. Y bueno, yo voy a tener que seguir nomás, hermano, no queda otra”.

“Pudimos reconstruir cuatro viajes, en los cuales Pereyra tuvo un rol clave, pues viajaba como puntero, con la tarea de alertar a sus otros secuaces sobre la presencia de controles”, sostuvo la fiscal, quien también resaltó el hecho de que “más allá de su apariencia rudimentaria, en realidad, tenía un manejo claro de la tecnología».

Sobre la camioneta, a la que también llamaban “la culochato”, la fiscalía probó que Echazú había sido autorizado a conducirla desde el 24 de mayo de 2023, según el Registro del Automotor, lo cual se corroboró mediante un diálogo en el que Damián Pereyra le dijo a su primo: “Bueno, lo importante es que ya la tenemos a la gris, ya. Bueno, lo importante es que ya está, ya”.

El rol de “Nepo” como “coche puntero”, en tanto, fue acreditado por la fiscal con otro diálogo mantenido con su primo, a quien indagó sobre su posición. “¿Ya han llegado a Saravia?”. Luego le ordenó: “Métanle pata, ligerito; ahí están tomando gaseosa los milicos al costado”.

Según la fiscalía, la escucha que más complicó a Héctor Daniel Pereyra fue un diálogo que tuvo con su primo después de enterarse de que la camioneta Mitsubishi había volcado, fecha en la que las comunicaciones del acusado se habían disparado. Refiriéndose a Echazú, quien conducía el rodado accidentado, le preguntó a su primo Damián: “¿Vos vas a buscarlo?”. Su interlocutor le contestó: “Sí, yo estoy yendo, yo voy a buscarlo. Para ese lado están”. En esa circunstancia, entonces, le dio la siguiente orden: “Bueno, decile a Nico [Echazú], que no me eche la culpa a mí. Que no andaba trabajando para mí”.

La fiscalía remarcó la postura del acusado al verse acorralado, aunque aclaró que no sólo le importaba desvincularse de la camioneta y de sus socios, sino también recuperar la carga que transportaba. Ese aspecto, añadió, quedó acreditado en varias comunicaciones. En una de ellas, mantenida con otro cómplice, Pereyra indagó para saber si había ido alguien al lugar del vuelco, a lo cual le ordenó: “Ah… Estate ahí nomás vos…, por si llegan particulares”.

Luego Pereyra volvió a preguntarle a su interlocutor sobre el rodado: “¿Está lejos?”. Recibió como respuesta que el lugar es cercano a la localidad de Padre Lozano, tras lo cual expresó: “Entonces voy a cincharla, pues, y la sacamos”. Para la fiscalía, ese interés se reflejó en varios llamados más con otros puesteros de la zona, con quienes negoció, por un lado, que mantuvieran refugiado a Echazú y solicitó ayuda para rescatar la camioneta y, con ello, el cargamento que llevaba.

Por último, la fiscal puso de relieve las imágenes de las cámaras de video ubicadas en la rotonda de Pichanal, que registraron a la camioneta siniestrada, al igual que los otros vehículos utilizados por la organización en las fechas de los viajes que la fiscalía logró reconstruir.

“Pudimos reconstruir cuatro viajes, en los cuales Pereyra tuvo un rol clave, pues viajaba como puntero, con la tarea de alertar a sus otros secuaces sobre la presencia de controles”, sostuvo la fiscal, quien también resaltó el hecho de que “más allá de su apariencia rudimentaria, en realidad, tenía un manejo claro de la tecnología, suficiente como para instrumentar el uso de aplicaciones sofisticadas en el uso de celulares”.

Los argumentos de Aráoz Vallejo fueron compartidos por completo por el tribunal de juicio, que declaró penalmente responsable a Pereyra, condenado a cumplir una pena de 6 años y 6 meses de prisión efectiva. La defensa intentó revertir esa modalidad por la de arresto domiciliario.

En esa discusión, la fiscalía se mantuvo firme ante los planteos vinculados al supuesto desamparo de los hijos del acusado, cuyos cuidados -según la defensa- estaban en riesgo, dado que su pareja atraviesa problemas de salud. Este cuadro no fue probado de manera suficiente, como tampoco se especificó el rol imprescindible que asumiría el imputado en caso de acceder a ese beneficio, lo que llevó a los jueces a mantener el cumplimiento efectivo de la pena.

Al término del debate, en tanto, la fiscal destacó el sistema acusatorio por la efectividad de sus herramientas investigativas, que en este caso permitieron llegar al centro de una organización que, como ocurre en la zona de frontera, habían echado mano al ingenio para ocultar su accionar delictivo.

Fuero: Penal,
Tribunal: Tribunal Oral Federal N°1 de Salta,
Voces: narcocriminalidad, cocaína, prisión, organización,

Fuente: fiscales.gob.ar

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