Grooming en cuarentena

Conforme avanzan los días y el aislamiento social se prolonga, aumenta la preocupación de los padres por las horas que sus hijos pasan frente a las pantallas. Incluyendo las clases, casi todos los contactos sociales se volvieron virtuales, con el consiguiente aumento del riesgo a una exposición inadecuada que abra las puertas al grooming, es decir al acoso y abuso sexual contra niños y jóvenes, mayormente a través de las redes sociales.

Mientras el uso de estas se disparó durante la cuarentena también creció la descarga de aplicaciones de videollamadas y videojuegos, que habilitan la interacción con otros participantes. Si bien en sí mismas estas herramientas no son inseguras, pueden serlo si no se las emplea con cuidado. La falsa sensación de intimidad que brinda establecer vínculos virtuales pone a los menores de edad en peligro cuando, por ejemplo, se aceptan contactos con desconocidos.Grooming: «Si no me mandan fotos desnudos, voy a publicar las que ya tengo»

Mediante perfiles falsos, se los contacta con fines sexuales. Algunos buscan de esta manera conseguir imágenes privadas que luego alimentarán las redes de pedofilia. Otros aprovechan la vulnerabilidad de los chicos, que, en un acto totalmente ingenuo, comparten fotos de todo tipo que podrán ser usadas para extorsionarlos.

Según diversas ONG, las denuncias se triplicaron desde que empezó el aislamiento. En la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas, que depende del Ministerio Público Fiscal porteño, reportan que se duplicaron. Esta entidad informó que en marzo se recibieron 2875 casos de difusión de imágenes o videos de explotación sexual infantil, mientras que en abril el número fue mayor: 5062.

Para los expertos, es imperioso que este delito se visibilice mucho más y que los padres mantengan un canal de diálogo abierto y permanente con sus hijos. Muchas veces, los adultos confían en que los menores pueden manejar todo lo que sucede en el mundo virtual por tener un contacto más natural con la tecnología, pero en lo referido a abuso y explotación sexual no cuentan con la suficiente madurez para defenderse y detectar amenazas.

En nuestro país, el ciberdelito tiene sanción penal . Antes de la cuarentena, ya se registraban datos alarmantes: uno de cada tres niños manifestó haber vivido situaciones incómodas en la web, y el 60% afirmó haber recibido solicitudes de contacto por parte de un desconocido. Una encuesta de la ONG Argentina Cibersegura informó que el 14% de los docentes dieron cuenta de al menos un caso de grooming en su escuela.

Advertir sobre potenciales riesgos se vuelve más urgente cuando, en las últimas semanas, salieron a la luz pública casos de docentes que abusaron de alumnos o que se sospecha que pudieron aprovechar los videos que pedían como tarea para recolectar imágenes y así engrosar las redes de pedofilia.Descubrieron otras 30 posibles víctimas del profesor de Lengua de Villa Devoto

Es preciso que el sistema educativo busque alternativas para que los alumnos no se vean obligados a enviar filmaciones. También cabe recordar a los padres la existencia de la ley nacional de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes, que establece que tienen el «derecho a ser respetados en su dignidad, reputación y propia imagen».

Además de reforzar la prevención, los expertos advierten con insistencia sobre los daños que estos abusos generan en la salud física y mental de las víctimas.

Es necesario reconocer que allí donde no hay cuidado se abre el espacio para que delincuentes y abusadores encuentren el modo de llegar a los niños. Si bien la responsabilidad primera es de los padres, todos los adultos deben hacer primar los derechos de los menores, y el Estado, erigirse en garante para que esto suceda. Es de esperar que se multipliquen las campañas de información, que se comprometa a todos los involucrados y que se cree auténtica conciencia para asegurar que la infancia sea debidamente preservada.

Fuente: La Nacion

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