El fallo federal ratifica lo que ya había dicho un tribunal de California, sumando presión sobre el herbicida más famoso y más utilizado del mundo.
Bayer sigue recibiendo malas noticias. La compañía alemana que el año pasado compró la multinacional estadounidense Monsanto sumó un nuevo caso judicial que ratificó el «factor sustancial» que el Roundup (herbicida elaborado a base de glifosato) tuvo en el cáncer desarrollado por el jardinero californiano Edwin Hardeman. Este fallo federal ratifica lo que ya había dicho un tribunal de California, sumando presión sobre el herbicida más famoso y más utilizado del mundo. En cuanto a las repercusiones del caso en la Argentina, todavía no son graves y aunque en el Ministerio de Agroindustria de la Nación analizan el caso y los pasos a seguir, el producto seguirá disponible y utilizándose en buena parte de las casi 23 millones de hay sembradas con soja. «Nos notificamos de la noticia y se van a evaluar las medidas pertinentes que hubiera que tomar. Al mismo tiempo vamos a evaluar qué implicancias podría tener ese fallo en la Argentina», indicaron a Infobae voceros del Senasa, el organismo que ejerce el control del tráfico federal y de las importaciones y exportaciones de los productos, subproductos y derivados de origen animal y vegetal, productos agroalimentarios, fármaco-veterinarios y agroquímicos, fertilizantes y enmiendas. «Este es un fallo más que prueba lo que miles de personas vienen denunciando hace años, pero lamentablemente a ellos no les va a dar una solución. Son víctimas que nadie escucha ni atiende. Probablemente en los Estados Unidos sí haya una respuesta y tal vez, esa repercusión internacional genere algún impacto; pero creo que es poco probable», opinó Fernanda Sandez, escritora y periodista, autora de La Argentina fumigada.
Sin embargo, tal vez pueda acelerar un proceso colectivo que tiene la Corte desde hace dos años y pide que se deje de fumigar y haya resarcimiento para los afectados. Entre los vecinos que iniciaron la demanda en 2012 estaba Fabián Tomasi, un entrerriano que se convirtió en un símbolo de la lucha contra los agroquímicos y falleció en septiembre del año pasado. «Ante los dos nuevos fallos que se conocieron en los Estados Unidos hicimos una nueva presentación ante la Corte ya que la acción colectiva representa a los 42 millones de argentinos y debemos estar protegidos ante cualquier colapso económico de estas empresas», explicóDaniel Sallaberry, patrocinante de la causa. En la filial local de Monsanto prefirieron no hacer declaraciones. Sólo enviaron la respuesta oficial de la casa central. «El jurado arribó a una decisión en esta primera etapa de la causa, pero aún debe decidir la cuestión de la responsabilidad en la segunda etapa antes de que se emita el veredicto final en el caso. Estamos muy desilusionados con la decisión inicial del jurado, pero seguimos creyendo firmemente que la ciencia confirma que los herbicidas a base de glifosato no causan cáncer», dice la causa. «Tenemos confianza en que la segunda etapa quedará demostrado que la conducta de Monsanto fue apropiada y que la compañía no tiene responsabilidad alguna por el cáncer del Sr. Hardeman. Sin embargo, cualquiera sea el resultado, la decisión en la primera etapa de este juicio no tiene impacto en los casos y juicios futuros, dado que cada uno tiene sus propias circunstancias fácticas y jurídicas. Nos solidarizamos con el Sr. Hardeman y su familia, pero existe concluyente evidencia científica que respalda la conclusión de que Roundup no fue la causa de su cáncer. Bayer respalda estos productos y los defenderá enérgicamente», finalizó.
En el país, no sólo la soja transgénica es resistente al glifosato que está contenido, por ejemplo, en la marca de Bayer Roundup. «Nuestro país tiene 28 eventos transgénicos vigentes, incluidos los últimos productos estrella de Monsanto: la soja RR 2 y el maíz RR 2 que incorpora la tolerancia al glifosato», detalló Enrique Viale, presidente de la Asociación de Abogados Ambientalistas (AAA). Según el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI-VC), «al menos 200 mil familias fueron expulsadas del campo» por la ampliación de la frontera agropecuaria». «Argentina debe debatir sobre las ya inocultables consecuencias de su mayor problema socioambiental. Toda la clase política, con alguna rara excepción, mira para otro lado y el problema se multiplica y generaliza», indicó Viale. El país siempre ha tenido en la agricultura uno de sus ingresos más importantes; sin embargo, desde hace 30 años el modelo económico cambió de la mano de la soja transgénica. «Los datos muestran que en la cosecha 1948/49, de importantes producciones y exportaciones, el país utilizaba sólo 10.000 litros de agroquímicos, cifra que aumenta a 3,5 millones en la década del 60. Pero que a partir de 1996 (autorización de la utilización de la semilla transgénica de soja) a los ya 69 millones de agroquímicos tradicionales se sumaron 200 millones de litros de glifosato, que ha llegado en nuestros días a los 340 millones de litros», indica un estudio realizado por la AAA. La región de la pampa húmeda es la más afectada por los efectos que provocan las fumigaciones, especialmente por las cantidades de productos que se aplican en zonas cercanas a poblaciones.
El médico Damián Verzeñassi relevó 30 localidades de Santa Fe y Entre Ríos junto a un equipo de investigación. Realizaron más de 100.000 encuestas que vinculan el uso de agrotóxicos con las enfermedades en las localidades de esta región. Esos resultados indican que existe una suba a lo largo de los años de ciudadanos que padecen cáncer, hipertensión y malformaciones, en las zonas donde se fumiga a 100 metros del éjido urbano. «El relevamiento de 110 mil habitantes de 30 localidades dio cuenta del aumento de enfermedades oncológicas, malformaciones congénitas e hipotiroidismo debido al uso de plaguicidas», sostiene la investigación. Las pruebas contra el gigante fabricante del Roundup y los dolores de cabeza no terminan ahí: «En 2017, el diario francés Le Monde publicó una serie de notas llamadas «Monsanto Papers» en las que demuestra el tráfico de influencia de la agroquímica y la práctica de «ghostwriting» utilizada, en la cual científicos famosos firmaban estudios sobre la inocuidad del producto que en realidad habían sido escritos desde el interior de la propia empresa. Estas prácticas salieron a la luz hace pocas semanas cuando un tribunal europeo falló a favor de que se hagan públicos todos los estudios sobre el glifosato presentados por las empresas, que hasta ahora eran confidenciales», apunta el sitio web Dos Ambientes, de Rosario. Esta semana también se difundió un estudio científico realizado sobre 315.000 agricultores, publicado en la revista International Journal of Epidemiology que señala que la utilización del glifosato y otros dos insecticidas eleva el riesgo de contraer linfomas entre un 18 y un 48 por ciento. La acumulación de casos sigue. Al menos los mercados están reaccionando. La política, aún no.
Fuente: Infobae Profesional