El juez Roberto Faustino Lezcano, vocal de la Sala IV del Tribunal de Juicio, condenó a Héctor Armando Flores (61) a la pena de diez años de prisión efectiva.
El imputado fue encontrado autor material y penalmente responsable de los delitos de lesiones leves agravadas por la relación de pareja y por el género (cuatro hechos), privación ilegítima de la libertad agravada, tenencia ilegal de arma de fuego y reducción a la esclavitud o servidumbre bajo cualquier modalidad, y amenaza con arma, todo en concurso real, en perjuicio de su esposa.
El juez ordenó que el condenado sea trasladado a la Unidad Carcelaria 1. También recomendó que realice tratamiento psicoterapéutico por la naturaleza de los hechos por los cuales resultó condenado, que se le preste atención médica por las dolencias que dice padecer y que se lo incluya en el Programa de agresores de violencia de género.
Finalmente, se ordenó que el condenado sea examinado por un profesional del Servicio Médico del Poder Judicial y que se le realice un examen genético (ADN) para su incorporación al Banco de Datos Genéticos, previa asignación del DUIG por el Registro provincial de condenados vinculados a delitos contra las personas y contra la integridad sexual.
El imputado fue condenado por hechos de violencia en perjuicio de su esposa. La denunciante contó que fue víctima del acusado desde que se casó. Manifestó se quedó sola con su marido cuando sus hijas –que también sufrían la violencia familiar- se fueron del hogar para hacer sus vidas. A partir de ese momento, la agresividad del imputado empeoró. Refirió que llegó a acusarla de haberse “acostado con todo el barrio” y que la mantenía encerrada con candados y alambres, para que no se escapara “con sus machos”. Le controlaba hasta las salidas al almacén, que no debían extenderse por más de cuatro minutos. Tampoco le permitía manejar dinero, le retenía el DNI y le prohibía ver a sus hijas o que ellas llegaran a la casa a visitarla.
La mujer relató que padeció golpes con diversos objetos, que en una oportunidad el imputado la agredió con un machete, que siempre andaba armado con un revólver calibre 22 y que la amenazaba con un puñal. Manifestó que en varias ocasiones le colocó una bolsa de plástico en la cabeza con intenciones de asfixiarla y que llegó a fabricar una especie de picana casera con la cual le daba descargas en diferentes partes del cuerpo. Las últimas lesiones visibles en el cuerpo de la víctima, previo a hacer la denuncia, correspondían a las marcas dejadas por un destornillador que el imputado había calentado en la hornalla de la cocina.
Fuente: JusticiaSalta