“Revolución de los Más”. Más tecnología, más viajes, más bienes materiales, más cultura, más información, y más expectativa de vida que nunca antes en la historia. Por esta última circunstancia la humanidad –o gran parte de ella- vivía bastante ajena a la idea de la muerte. Sin embargo ese antiguo fantasma se le presentó en forma de pandemia, generando miedo y desesperación, cuando no, directamente, pérdidas fatales.
Primeras imágenes del naufragio
En este contexto se han producido bajas económicas inmediatas y cuantiosas. Negocios que dejaron de ser tales, cortes en la cadena de pagos, rechazo de cheques e imposibilidad de prestar servicios o de cumplir con obligaciones. Esto ha tenido un gran impacto en el mundo, que es mayor en nuestro país, donde la situación económica ya venía comprometida.
Los desafíos son múltiples. Trabajadores en blanco desean conservar sus empleos y salarios. El fisco trata de recuperar sus ingresos ya que debe afrontar erogaciones nuevas, tratando entre otras y en la medida de sus posibilidades de auxiliar a las empresas en crisis.
Las empresas buscan en lo posible subsistir para seguir generando ganancias para sus dueños, los que, además de allí le pagarán los impuestos al Estado.
Ni que hablar de la problemática de los trabajadores informales, desocupados, profesionales, obras sociales, clubes e instituciones benéficas, etc.. Todos queremos salir de esta complicada y oscura noche, de la mejor manera y cuanto antes.
Acatando las normas de distanciamiento físico que procuran aplanar la curva de contagios, nos permitimos reflexionar sobre cómo prepararnos para esa otra curva, la curva ascendente que marcará la recuperación de la economía luego de que pase el desastre en el que estamos inmersos.
Algunas cosas que nos trajo la
marea o, mejor, que encontramos en ella
El carácter instantáneo de la emergencia estalló en el mundo entero, cambiándolo de golpe, generó también algunas realidades en lo económico y en lo legal que se desconocían. Para empezar, en nuestra propia provincia, se aceleró un proceso de informatización de la justicia que venía largamente demorado. La presión de las circunstancias, las necesidades de los justiciables, y el reclamo de los abogados obligó a ponerlo en marcha. Si bien la solidez de este esquema de expediente digital genera críticas y temores, iniciará toda su capacidad instalada precisamente el próximo martes. Presentará problemas su implementación, pero serán solucionados.
Por su parte el Estado Nacional, ya en los albores de la crisis, suspendió los desalojos y estableció la refinanciación de los alquileres y sus aumentos para aquellos que no los pudieran afrontar.
En cuanto al mundo privado de la producción también hay novedades. Los trabajadores y las cámaras empresarias realizan acuerdos de disminución sustancial de haberes y garantía de fuentes de trabajo.
Que las personas puedan defender sus derechos en forma rápida y digital, perder el miedo a ser desalojados y ponerse de acuerdo directamente para sostener sus empleos son cosas que hallamos en la emergencia. Sin embargo, sus criterios, bien administrados, son oportunidades de crear herramientas benéficas y positivas.
Cómo será la economía
y el derecho del día después
Estas nuevas pautas pueden generar seguridad jurídica y económica ante un futuro que se presenta como totalmente incierto. Podemos atinar ciertas respuestas a partir de lo que ya hemos anotado.
Los criterios de rigidez deberán ceder su paso a otros que se adapten mejor a las nuevas circunstancias. Imagínese por ejemplo el caso de los concursos y quiebras. Cuando un deudor se ve imposibilitado de enfrentar sus deudas por medios normales – con sus ganancias regulares- incurre en lo que se denomina cesación de pagos. Esto le permite, siempre hablando de tiempos normales, promover su propio concurso de acreedores, que no es más que la convocatoria de todas aquellas personas a quienes les debe para organizar junto con ellas una salida, ofreciéndoles determinadas variantes para la cancelación de sus créditos.
Según la ley, para un mejor control, el concurso se desarrolla en un juzgado. Pero sería imposible para la justicia, hoy por hoy –desde lo práctico- atender a los concursos de todos los que se hallen en cesación de pagos.
Por ello se generarán en la materia otros criterios –de hecho ya existen- más realistas y contemplativos para permitir la subsistencia de las compañías y negocios, muchas veces instrumentados en intercambio de correos electrónicos o mensajes de WhatsApp. Antes se decía que la palabra era un documento, y ahora el mensaje es un punto intermedio entre ambos.
En otro orden, el fenómeno del teletrabajo abre nuevas incógnitas y horizontes sobre la prestación del débito laboral. Pensemos por ejemplo en los seguros de riesgo de trabajo y el rol de las ART, las enfermedades profesionales y accidentes. Los adicionales por presentismo y productividad tendrían una valoración totalmente distinta que la que han tenido hasta el presente. Lo mismo se puede decir del trabajo sobre plataformas y nuevas formas de vinculación laboral a través de internet, para los cuales nuestra legislación necesariamente deberá adaptarse.
Pensando en las soluciones
Todos esperamos que la ciencia le pueda poner fin a la crisis y comenzar rápidamente en forma segura la recuperación tanto de la micro como de la macro economía. Y ya tenemos que pensar bajo qué criterios jurídicos y empresariales llevar adelante ese nuevo desafío.
En lo hecho hasta aquí -y que hemos venido citando- se entrevén caminos. Tendrá que haber un nuevo derecho que rija nuevas formas de vinculación empresarial y laboral en las postrimerías de la crisis. Este nuevo paradigma debe estar inspirado en los valores de aquellas acciones que han traído soluciones antes y durante el desarrollo de la misma.
Los atributos que aportan la buena fe, la transparencia de la información, la moderna manera de vincularse, la solidaridad y el protagonismo de los propios actores económicos y sociales, deben constituirse en los pilares del modelo en proyección. Dentro de esas líneas tendrían que generarse los nuevos instrumentos que nos permitan prepararnos técnicamente para salir adelante, el día después de la pandemia.
(*) Los autores de este artículo son los abogados Darío Carrazza, Leonardo Chesini y el contador público nacional Luis A. Dalcol.
Fuente: www.diarioelargentino.com.ar